El proceso apostólico no completa el proceso ordinario, lo repite: mismos jueces, mismos testimonios, mismos testigos. Pues casi, porque fallecieron ocho de los testigos del primer juicio. La guerra impidió escuchar a dos testigos clave, el escocés Thomas Nimmo Taylor y el obispo italiano de Nardò; obliga a hacer la audición de la Prémontré Madelaine en su exilio belga. Pocos testigos nuevos, solo uno que conocía a Thérèse, el sacerdote que recibió su última confesión. Los testimonios cambian un poco, porque el interrogatorio ha cambiado. Es más específico sobre las virtudes, porque, con seis o siete años de diferencia, volvían los recuerdos, se profundizaban puntos, como lo demuestra la seria documentación preparatoria de los carmelitas. El presente también ha cambiado: en 1911, el Carmelo había identificado 50 exvotos; hay 460 en 1917. Por ahí pasó la guerra. Madre Agnès presenta dos nuevos documentos. Uno se refiere al "Camino de la Infancia Espiritual", exposición leída en el juicio sobre el modo en que ella comprendió la doctrina de su hermana (texto escrito en realidad por Sor Isabelle del Sagrado Corazón). El otro se titula: “En qué ambiente se santificó sor Teresa del Niño Jesús en el Carmelo de Lisieux. Este es un cargo contra la anterior priora, Marie de Gonzague. El objetivo era sin duda dramatizar la vida de su hermana en el Carmelo, como el Últimas entrevistas había hecho por su muerte. Pero la Madre Agnès no se dio cuenta de que traía aquí un documento que, nunca citado pero siempre utilizado, iba a alimentar una oscura leyenda que se desarrollaría como contrapunto a la hagiografía teresiana.  Claude Langlois historiador