23 Octubre 1887
Mi Reverendo Padre,
Pensé, ya que estabas cuidando a mis hermanas, que también te gustaría llevarte a la última. Me gustaría poder presentarme, pero no soy como mis hermanas, no sé decir todo lo que siento en una carta. Creo, Padre, que a pesar de todo me adivinarás. Cuando vengas a Lisieux, espero poder verte en el Carmelo para abrirte mi corazón.
Padre mío, el Buen Dios me acaba de conceder una gran gracia; Hace mucho que quiero entrar al Carmelo, creo que ha llegado el momento, papá quiere que entre en Navidad.
Oh ! ¡Padre, qué bueno es Jesús al llevarme tan joven! No sé cómo agradecerle.
Mi tío pensó que yo era muy joven, pero ayer me dijo que quería hacer la voluntad de Dios. Padre mío, vengo a pedirte que por favor ores por tu último hijo. Acabo de regresar del Carmelo, mis hermanas me dijeron que podía escribirte simplemente para contarte lo que estaba pasando en mi corazón. Verá, padre, lo hice con la esperanza de que no se negara a tomarme como su hijita.
Bendice a tu segundo corderito
Teresa
