diciembre 1896
Nochebuena de 1896
Mi querida esposa,
Oh ! que feliz soy contigo... Todo el año me has divertido mucho jugando a los bolos. Tuve tanto placer que la corte de los ángeles quedó sorprendida y encantada, más de un angelito me preguntó por qué no lo había hecho un niño... más de uno todavía me preguntó si la melodía de su arpa no era más me agrada más que tu risa alegre cuando derribas un bolo con la bolita de tu amor? Les respondí a mis angelitos que no se preocuparan por no ser niños ya que un día podrían jugar contigo en los prados del Cielo, les dije que tu sonrisa ciertamente era más dulce que sus melodías, pues solo podías jugar y sonreír. mientras sufres, mientras te olvidas.
Mi amada pequeña esposa, tengo algo que pedirte, ¿me vas a negar?... ¡Ay no! me amas demasiado para eso. Y bien ! Te voy a confesar que me gustaría cambiar el juego; los bolos me divierten mucho, pero ahora me gustaría jugar al trompo y, si quieres, serás mi trompo. Te doy uno como modelo, ves que no es bonito, cualquiera que no sepa usarlo lo tirará a patadas, pero un niño saltará de alegría cuando lo vea, dirá: “Ah ! es divertido, puede funcionar todo el día sin parar.”
Yo, jesúscito, te amo, aunque no tengas encantos, y te ruego que camines siempre para divertirme... Pero para hacer girar el trompo se necesitan pestañas... ¡Pues! dejad que vuestras hermanas os presten este servicio y sed agradecidas con las que serán más asiduas en no dejaros aminorar el paso. Cuando lo haya pasado bien contigo, te llevaré arriba y podremos jugar sin sufrir...
(Tu Hermanito Jesús.).
