Carmel
la correspondencia de teresa LT 190 – A la Madre Marie de Gonzague – 29 de junio de 1896

DE  
MARTIN Thérèse, Sor Teresa del Niño Jesús
À 
María de Gonzague

29/06/1896

JMJT

29 de Junio ​​de 1896

Leyenda de un Cordero muy pequeño.

En un prado sonriente y fértil vivía una Pastora feliz; amaba a su rebaño con toda la ternura de su corazón, y las ovejas y los corderos amaban también a su Pastora... Pero la felicidad perfecta no se encuentra en el valle de las lágrimas; un día el hermoso cielo azul del prado se cubrió de nubes y la Pastora se puso triste, ya no encontraba alegría en cuidar su rebaño y, ¿hay que decirlo? le vino a la mente la idea de alejarse de él para siempre... Afortunadamente todavía amaba a un corderito muy pequeño, muchas veces lo tomaba en sus brazos, lo acariciaba y, como si el cordero hubiera sido su igual, la Pastora le confiaba sus penas. a él y a veces lloraba con él...
Al ver llorar a su Pastora, la pobre niña se angustió, buscó en vano en su corazoncito el medio de consolar a quien amaba más que a sí mismo.
Una tarde el corderito se durmió a los pies de su Pastora, luego el prado... las nubes... todo desapareció de sus ojos. Se encontró en un campo infinitamente más grande y hermoso. En medio de un rebaño más blanco que la nieve vio a un Pastor resplandeciente de gloria y de dulce majestad... El pobre cordero no se atrevía a avanzar, pero acercándose a él, el Buen, el Divino Pastor lo tomó de rodillas, lo besó. como solía ser su dulce Pastora... luego dijo: "Corderito, ¿por qué las lágrimas brillan en tus ojos, por qué tu Pastora a quien amo, a menudo derrama lágrimas?... habla, quiero consolarlos a ambos. ”
“Si lloro, respondió el cordero, es sólo cuando veo llorar a mi querida Pastora, escucha, Divina Pastora, el objeto de sus lágrimas: Antes se creía amada por su amado rebaño, hubiera dado la vida por hacerlo. feliz, pero por tu orden se vio obligada a ausentarse por algunos años; a su regreso, parecía no reconocer más en sus ovejas el mismo espíritu que tanto había amado. Tú lo sabes, Señor, es al rebaño al que has dado el poder y la libertad de elegir a su pastora. Pues bien, en lugar de verse como elegido una vez por unanimidad, fue sólo después de deliberar 7 veces que la vara fue puesta en sus manos... Tú que una vez lloraste en nuestra tierra, ¿no comprendes cuánto se debe sentir el corazón de mi querida Pastora? ¿sufrir?..."
(El buen Pastor sonríe e inclinándose hacia el cordero): "Sí, dice, comprendo... pero deja que tu Pastora se consuele, soy yo quien, no permití, sino que quise, la gran prueba que tanto le hizo sufrir". mucho. - “¡Es posible, Jesús!” prosiguió el corderito. "Creí que eras tan bueno, tan tierno... ¿no podrías haberle dado el cayado a otro, como deseaba mi querida Madre, o si hubieras querido absolutamente devolvérselo a sus manos, por qué no haberlo hecho?" ¿entonces después de la primera deliberación?...» - «¿Por qué, corderito? ¡Es porque amo a tu Pastora! Toda su vida la guardé con celoso cuidado, ya había sufrido mucho por mí, en su alma, en su corazón, sin embargo le faltaba la prueba de elección que le acabo de enviar después de haberla preparado desde toda la eternidad. »
"¡Oh! Señor, ahora veo que no conoces el mayor dolor de mi Pastora... ¡o no me lo quieres confiar!... Tú también piensas que el espíritu primitivo de nuestro rebaño se va. .. ¡Pobre de mí! ¿cómo no iba a pensar así mi Pastora?... Hay tantas pastoras que lamentan los mismos desastres en sus majadas...” - “Es verdad”, prosiguió Jesús, “el espíritu del mundo se desliza aun en medio de los prados más lejanos, pero es fácil equivocarse en el discernimiento de las intenciones, yo que todo lo veo, que conozco los pensamientos más secretos, os digo: el rebaño de vuestra Pastora me es querido sobre todo, sólo me sirvió como instrumento para realizar mi obra de santificación en el alma de vuestra querida Madre. »
- "¡Oh! Señor, te aseguro que mi Pastora no entiende todo lo que me dices... y cómo lo entenderá, ya que nadie juzga las cosas como tú me las muestras... Yo conozco ovejas que hacen mucho mal a mi Pastora con sus razonamientos terrenales... Jesús, ¿por qué no le dices a estas ovejas los secretos que me confías, por qué no le hablas al corazón de mi Pastora?...” - “Si yo le hablara, su calvario desaparecería, su corazón se llenaría de tal alegría que su cayado nunca se habría sentido tan ligero... pero no quiero quitarle su calvario, sólo quiero que entienda el verdad y que reconoce que su cruz le viene del Cielo y no de la tierra. »
- “Señor, entonces háblale a mi Pastora, como esperas que ella entienda la verdad ya que a su alrededor solo escucha mentiras…”
- “Corderito, ¿no eres el favorito de tu pastora?... ¡Pues! repítele las palabras que hablé a tu corazón”.
- "Jesús, lo haré pero prefiero que le des el encargo a una de las ovejas, cuyo razonamiento es terrenal... soy tan pequeña... mi voz es tan débil, cómo mi Pastora Will ¿me crees?...» - «Tu Pastora sabe muy bien que me gusta esconder mis secretos a los sabios y prudentes, sabe que se los revelo a los más pequeños, a los simples corderos cuya blanca lana no está manchada por el polvo del camino... Ella te creerá y si todavía brotan lágrimas de sus ojos, estas lágrimas ya no tendrán la misma amargura, embellecerán su alma con el austero brillo del sufrimiento amado y agradecido recibido. »
- “Te entiendo, Jesús, pero aún hay un misterio que quisiera profundizar: Dime, te lo ruego, por qué escogiste la oveja amada de mi Pastora para ponerla a prueba… Si hubieras tomado a extraños, la más suave hubiera sido el calvario..." Entonces, mostrando al cordero sus pies, sus manos y su corazón adornado de luminosas llagas, el Buen Pastor respondió: - "Mira estas llagas, estas son las que recibí en casa de aquellos que me amó!... Por eso son tan hermosas, tan gloriosas y que por toda la eternidad su resplandor deleitará de alegría a los ángeles y a los Santos...» «Tu Pastora se pregunta qué hizo para alejar a sus ovejas, y ¿qué había hecho yo a mi pueblo? ¿Cómo lo había entristecido?...» «Vuestra Madre querida debe, pues, alegrarse de tener parte en mi dolor... Si le quito su apoyo humano, ¡es para llenar su corazón solo de amar!...» Beata es quien en mí pone su apoyo, dispone en su corazón de los grados para subir al Cielo. Fíjate bien, corderito... No digo que te apartes del todo de las criaturas, que desprecies su amor, su consideración, sino al contrario aceptarlas para agradarme a mí mismo, usarlas en tantos grados, porque, para mover alejarte de las criaturas sólo serviría para una cosa, andar y perderte por los caminos de la tierra... Para subir, debes poner tu pie en los peldaños de las criaturas y sólo unirte a Yo solo... ¿Entiendes, ¿corderito? »
- “Señor, yo lo creo, pero sobre todo siento que tus palabras son la verdad porque traen paz, alegría a mi corazoncito, ¡ah! ¡Que penetren dulcemente en el gran corazón de mi Pastora!...» «Jesús, antes de volver a ella, tengo una oración que hacerte... No nos dejes languidecer mucho tiempo en la tierra del destierro, llámanos a la alegrías de la Pradera Celestial donde conducirás eternamente a nuestro querido rebaño por los senderos floridos. »
“Querido corderito (respondió el Buen Pastor), te concederé tu petición, pronto, sí pronto, tomaré a la Pastora y su cordero; entonces, durante la eternidad, bendecirás el feliz sufrimiento que te habrá merecido tanta felicidad, ¡y Yo mismo enjugaré todas las lágrimas de tus ojos!...”

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